viernes, 17 de octubre de 2014

Tendencias, llaves, lavadoras y diversión

"Strong Pokémon. Weak Pokémon. That is only the selfish perception of people. Truly skilled trainers should try to win with their favourites. I like your style. You understand what's important."


Estas son las palabras con las que Karen, la Elite 4 de Johto, congratula tu victoria y te invita a desafiar al campeón de la liga. Palabras que llegaron en un momento justo, puesto que el ambiente competitivo de la franquicia empezaba a volverse realmente masivo y serio. Y junto a la masificación de un juego siempre acaban apareciendo grietas. El desequilibrio es necesario, porque su mismo concepto ayuda a equilibrar otros y a encontrar valores opacados por la desigualdad. Sin él, las cosas quizás serían monótonas y planas; pero a veces está bueno detenerse a analizar qué sucede, particularmente, en el mundo competitivo de los juegos de Pokémon.

Pokémon es un juego que surgió con una idea esencial fundamental, que era el fomento de la curiosidad y del descubrimiento de criaturas que podían ser capturadas en pequeñas esferas. Su creador, Satoshi Tajiri, pasó gran parte de su infancia adentrándose en bosques, campos y cuevas cazando toda clase de insectos, fascinado no solo por la variedad casi ilimitada de ellos, sino también por el concepto en sí de fundirse con la naturaleza apreciando cada una de sus virtudes. Una manera sana de transitar la primera juventud, por supuesto, aunque no es mi intención desprestigiar a aquellos que hoy en día la disfrutan y exprimen jugando videojuegos todo el día o, como está de moda actualmente, viendo a otros jugar videojuegos todo el día. A lo que apunto es a que, al contrario de lo que muchos puedan imaginar, Pokémon no es un juego enfocado tanto a las batallas como sí a la captura y al encuentro de cada especie diferente de criaturas que pueblan ese universo.

Estoy seguro de que muchos empezaron a jugar inspirados por la serie, en la que un chico común y corriente de diez años emprendía un viaje con el objetivo de volverse un "Maestro Pokémon". ¿Y qué implica, para ustedes, el alcanzar ese título? Un concepto ideado por la serie que jamás fue mencionado en los juegos principales, en los que a lo sumo lográs volverte el Campeón de tu región... Aún cuando luego seguís encontrándote a tu antecesor en el mismo lugar proclamando aún el título que supuestamente le acababas de arrebatar. Dicho así, suena tragicómico, pero el objetivo del juego jamás fue bañarte en la gloria de la victoria de miles de batallas ganadas, sino en hacerte notar la variedad inmensa de criaturas con las que te hiciste y gracias a las cuales pudiste perfeccionar tus habilidades o, simplemente, apreciar sus simpáticos diseños y su -en muchos casos- más que interesante background.



Entonces: ¿Ser un Maestro Pokémon es un título enfocado más a la cantidad de victorias obtenidas o a la totalidad de criaturas avistadas, capturadas e incluso entrenadas? Por supuesto, en los torneos se premia a los que ganan. Los grandes trofeos y los jugosos premios se los llevan aquellos que derrotaron a sus adversarios. Y eso es un mérito indiscutible que merece ser reconocido sin objeción. Pero... ¿A qué costo? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar a cambio de abultar el número de victorias que marcan nuestros perfiles como entrenadores?
No quiero quitar de foco el hecho de que estoy hablando de un juego, de algo con fines lúdicos y ociosos que busca divertirnos y hacer que pasemos ratos agradables. Pero nuevamente: detenernos un rato a contemplar ciertas cuestiones, como las de las tendencias en el mundo competitivo, es necesario.

Porque quizás vos no te lo preguntaste, pero mirá detenidamente al equipo de seis Pokémon que utilizás con frecuencia para participar en torneos o en simples batallas amistosas online. ¿Qué encontrás? ¿Cuáles son esas seis bestias que te representan y que te definen como entrenador? Claro, el equipo va a variar conforme pasen los juegos, las regiones, las generaciones y nuestro propio crecimiento y maduración personal. Todos queríamos volar sobre un dragón que escupía fuego y que parecía imbatible, hasta que descubrimos que podía resultar gravemente dañado por un puñado de piedras y, así, lo dejamos caer en el olvido. Entonces notamos que también puede ser algo épico el tumbar, muy lentamente, a nuestros oponentes utilizando a los nuevos chicos populares, tales como máquinas para lavar la ropa o llaveros que balancean incesantemente un puñado de llaves -¡incluso las de tu auto!-. Y, de repente, surge algo innovador que nos hace, mágicamente, recordar a ese dragón que escupe fuego y que, con sus nuevas habilidades, puede darnos la oportunidad de ser alguien, de sentirnos alguien en un ambiente más duro de lo que parece.



Actualmente hay un total de 721 especies distintas de Pokémon, sin contar una generosa cantidad de variaciones de algunas de ellas, formas alternas y mega evoluciones. Un número descomunal de diseños, de actitudes, de habilidades, de trasfondos, de colores y de tamaños. Entonces, ¿qué es lo que te mueve a utilizar los que utilizás de entre todos esos?
Ganar es un premio, un objetivo quizás, pero nunca una necesidad. La necesidad reside en la diversión y en el orgullo de darlo todo viendo a tus criaturas favoritas darlo todo en una batalla orquestada por tu propio intelecto y tu capacidad de predicción. Cuando ganar presupone pasarse horas enteras leyendo artículos y análisis de movesets, averiguando las listas de los Pokémon más utilizados -por ende, los mejores- o las estrategias más devastadoras y difíciles de contrarrestar, es cuando algo se pierde en uno como fanático de Pokémon. Es cuando uno se toma demasiado en serio algo arriesgando en el proceso su propia dignidad. Sin mencionar la utilización de legendarios -Pokémon míticos que cumplen una función específica en la historia del universo ficticio en el que jugamos- o, peor aún, la necesidad de obtener a esas bestias todopoderosas de maneras ilícitas, trucos y trampas.

Para ir cerrando, quiero aclarar que yo jamás he protestado por perder ante Pokémon legendarios -que son fácilmente neutralizables por su misma condición de legendarios, de Ubers, y por ende utilizados mayoritariamente por personas que confían más en esa categoría que en sus propias habilidades y estrategias en batalla-, o aquellos que entran en la categoría de OU (Over Used). Éste artículo no busca condenar a los Pokémon más fuertes o a los mejores, sino a aquellas personas que se olvidan de lo divertido de un juego tan variado y rico en posibilidades, dejando de lado incluso aquél espíritu infantil y sano que los llenaba cuando entraron en ese mundo por primera vez. Yo protesto en contra de la tendencia que asesina a la esencia. Porque uno debe ser -y es- libre de combatir con los Pokémon que más le gusten, con aquellos que lo representan y con los que disfrutaría combatir si todo este mundo ficticio fuese real. ¿Y qué importa que una podadora de césped psicópata no tenga una combinación de tipos tan ventajosa como una robusta lavadora? ¿Qué más da que unas cuantas rocas dispersas en el campo le resten una considerable cantidad de vida a ese dragón que tanto queremos? ¿Y por qué debería descartar a criaturas con diseños o trasfondos interesantísimos sólo por el miedo a que los liquiden de un solo golpe? Al fin y al cabo, todos y absolutamente todos los Pokémon son seres fantásticos y excepcionales -incluso aquellos que aborrezco- y todos tenemos derecho a sentirnos atraídos por los que queramos.

Sé que te gusta ganar; a mí también. Pero: ¿Cómo te gusta ganar?
 

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